5. El dilema histórico insoluble del régimen jacobino.

3rdSep. × ’15

Es necesario dar una mirada a la dinámica que transito el gobierno revolucionario hasta su derrota. Tras la caída de los girondinos del 31 de mayo al 3 de junio de 1793, la izquierda de la Convención Nacional conocidos como “la montaña” conformada por los jacobinos y los cordeleros  formaron un Gobierno Revolucionario. El grupo conocido como “los cordeleros” en realidad se llamaban “Sociedad de Amigos de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, fundado el 27 de abril de 1790 en el antiguo convento franciscano, llamados cordeleros, porque por voto de humildad  solo utilizaban una cuerda para amarrar sus hábitos y no correas, de allí su nombre.

Ideológica y políticamente más desarrollados  que los jacobinos demandaban desde el principio la eliminación de la monarquía, la instalación de una república y el sufragio universal. Representaban los intereses de los obreros, del campesinado pobre y de los más humildes, los sans culottes. Por lo tanto, en el espectro político se ubicaban a la izquierda de los jacobinos.  Personalidades destacadas fueron  Georges Jacques Dantón,  Jean Paul Marat y Jacques René Hébert,  entre otros.

Maximiliano Robespierre,  jacobino  llamado “el incorruptible”, lideraba el Comité de Salvación Pública,  órgano ejecutivo del Gobierno Revolucionario de la República Francesa por delegación de la Convención Nacional,  en momentos que la revolución francesa pasaba por la invasión austriaco prusiana y estallaban insurrecciones contrarrevolucionarias en el interior de país, después de la decapitación del rey Luis XVI en enero de 1793.

Los revolucionarios cordeleros y jacobinos se vieron en el dilema insoluble en el cual se encontró Tomás Munzer cuando tomó el control de la ciudad de Mühlhausen en las guerras campesinas de Alemania en 1525, que es encargarse de un gobierno en un momento en que el movimiento no ha madurado lo suficiente para que la clase que representan pueda asumir el mando y para que se puedan aplicar las medidas a la dominación de esa clase. Lo que realmente puede hacerse no dependen de su voluntad, si no de la maduración del entorno económico y social.

Lo que realmente pueden hacer los cordeleros y los jacobinos, la dictadura revolucionaria, está en contradicción con sus enunciados socialistas y libertarios. La dinámica  los obliga a realizar tareas de destrucción de las bases feudales en beneficio de la burguesía, una clase que no es la suya. Obligados a presentar  los intereses de la burguesía como suyos. Francia y toda Europa no estaban maduras para la realización de las ideas socialistas de los cordeleros y jacobinos.  Atrapados en esta contradicción histórica, estaban condenados a consumirse en las llamas revolucionarias de intentar realizar lo irrealizable.

El temor al nuevo estado revolucionario, sentir que no es el campesinado pobre el que se beneficia de la expropiación y venta de las propiedades de la nobleza y el alto clero, que los obispos presenten la secularización del clero y la expropiación de sus grandes propiedades agrícolas como un ataque contra las creencias  religiosas, provocó en el campesinado pobre y católico un gran rechazo al gobierno revolucionario. Cuando se inició la leva masiva de cientos de miles de campesinos jóvenes para reponer bajas y fortalecer el ejército,  detonó la insurrección pro monárquica, apoyada por los monárquicos  en el exilio y por el reino de Gran Bretaña.

En 1793 se insurreccionan contra la república los campesinos del valle del Ródano, las ciudades de Burdeos, Marsella, Toulouse, Nimes y Lion. La región de Normandía, Alsacia y el sur de Loira,  también los monarquistas se insurreccionan. En Loira la fuerte insurrección logra organizar un ejército, el “Ejército Católico y Real”. En otros territorios como Bretaña, Maine y Normandía se organizaron guerrillas de resistencia a la república. El Comité de Salvación Pública estableció el estado de emergencia. Se suspendió la recién aprobada constitución y se aprobaron leyes que permitía la aplicación del “terror a la hora del día” mediante las estructuras policiales y judiciales expeditivas.

En la aplicación de medias de gobierno y la conducción político militar en la lucha contra la invasión y las insurrecciones internas, surgieron discrepancias dentro del Gobierno Revolucionario. Los cordeleros se enfrentaron a los jacobinos y a su vez se dividieron entre los seguidores de la fracción de Jacques René Hébert denominados “los exagerados” que criticaban a los jacobinos de Robespierre de ser moderados, exigían medidas más radicales y amenazaban con una insurrección para tomar el poder. Y la fracción de Georges Dantón, que planteaban que una vez que se logren  derrotar las insurrecciones internas, se debía negociar la paz con Austria y Prusia y moderar el terror en la lucha política. Fueron motejados de “indulgentes” con el enemigo por “los exagerados” de Hébert”.

Robespierre, un jacobino, líder del Comité de Salvación Pública, el 25 de diciembre de1793 denunció a los cordeleros, como ultra revolucionarios a “los exagerados” hebetistas y como citra revolucionarios  a los “indulgentes” daltonistas y en un giro de lógica sectaria y de “micro clima ideológico” acusó a ambas corrientes revolucionarias de trabajar para el enemigo monárquico extranjero y de buscar la derrota de la revolución. Robespierre ordenó la detención de los cordeleros “exagerados”, y los sometió al Tribunal Revolucionario dirigidos por los jacobinos. Son declarados traidores y condenados a muerte. “Los exagerados” son guillotinados el 24 de marzo de 1794. El 30 de marzo fueron detenidos los citra revolucionarios, los “indulgentes”, fueron declarados culpables de traición por el Tribunal Revolucionario y guillotinados el 5 de abril de 1794.

La eliminación sectaria de los cordeleros privó a la revolución de importantes cuadros político en la lucha contra la monarquía que demoraron décadas en madurar y que eran irremplazables. Como el Dios Saturno de la mitología romana, la revolución francesa devoraba a sus propios hijos recién nacidos,  frente al temor de ser derrocada por uno de ellos. Fue la grieta por la cual se filtro la resistencia temerosa de los delegados del llano y de sectores de la montaña, en quienes los agentes de la gran burguesía, los girondinos, encontraron inesperados aliados.

Tras la eliminación de los hebertistas y dantonistas, el Comité de Salvación Pública dirigido por los jacobinos de Robespierre, pareció consolidar su dictadura. Debido al incorrecto manejo de las contradicciones en el seno del pueblo, a la dinámica sectaria de tratar los problemas políticos,  solo un  mes después resurgieron las contradicciones antagónicas en las filas revolucionarias, detrás de las cuales operaban los girondinos. Comenzaron por discrepancias sobre el manejo militar de la guerra, si debía ser expansiva o defensiva. Se ahondó cuando Robespierre el 7 de mayo de 1794, promulgo el fin del “movimiento ateo descristianizador”  y el establecimiento de una fecha festiva del fideista “culto del Ser Supremo”.  Se le acuso de creerse el  nuevo mesías.

Las discrepancias se ahondaron más alrededor de cómo aplicar más rápidamente la justicia revolucionaria. Se planteo la reforma del Tribunal Revolucionario, que entre el fiscal y el juez sentenciaran,  prescindiendo de los abogados defensores, que la  acusación política es suficiente prueba “material” para las condenas. Terminaron recriminándose de interferir las respectivas competencias. El 10 de junio Robespierre denuncio la existencia de infiltrados dentro de las filas de “la montaña”. A pesar que la campaña militar contra las tropas monárquicas extranjeras estaba obteniendo grandes éxitos, la paranoia en la cúpula del poder se agravaba. El resultado de estas pugnas es que aumentaron las ejecuciones de opositores monárquicos  reales o imaginarios ingresando a una fase conocida como el “gran terror” de junio a julio de 1794, ejecutándose alrededor de treinta condenados por día.

Y mientras las ejecuciones se intensificaban, las discusiones en el seno del gobierno revolucionario se agravan más y más. Vencido por las tensiones Robespierre hizo crisis y se ausentó del poder. Regresó para frenar la intensidad de las ejecuciones de sospechosos, abiertamente defendió a girondinos presos y libero a centenas de sospechosos, planteando la necesidad  de sancionar a los que se había excedido en la represión. Las contradicciones de Robespierre y sus seguidores se agudizaron dentro de las filas jacobinas. Robespierre comenzó a denunciar la existencia de una conspiración para derrocarlo. Las contradicciones llegaron al grado  antagónico   en el seno del Gobierno Revolucionario,  amenazándose con guillotinarse mutuamente.

La tumultuosa sesión de la Convención del 27 de julio de 1794 las contradicciones llegaron a extremos. Después de una larga discusión en la que Robespierre termina aislado, la Convención dominada por “la montaña” y los girondinos enmascarados dentro de ella, acuerda su detención junto con otros cuatro diputados acusándolos de ser responsables de los excesos de la represión, del terror. Conocida esa tarde, la detención de Robespierre, se produce una conmoción política, las campañas de París llaman a arrebato, la Comuna se insurrecciona contra la Convención y liberan Robespierre y demás  detenidos que se alojan el Hotel de Ville de París. ¿Insurreccionarse contra la montaña?, cunde el desconcierto, las masas se dividen, las milicias armadas se paralizan.

La Convención dominado por la montaña y los girondinos, reagrupa fuerzas, reagrupan milicias, retoman la iniciativa, toman por asalto, a las dos de la madrugada el Hotel de Ville de París, donde se refugia Robespierre y correligionarios. La violencia es extrema, hay diputados muertos, arrojados por las ventanas, por las escaleras, Robespierre recibe un tiro en el lado izquierdo del rostro, pero sobrevive. Se informa que los muertos se han suicidado y que los lesionados trataron de escapar y se lanzaron por las ventanas. El 28 de julio de 1794, por orden de la Convención se ordeno al Tribunal Revolucionario que se dispensara del trámite del juicio y se procediera a las ejecuciones sin juicio. Veintidós fueron los condenados a muerte, incluían al alcalde de París, un general, miembros del tribunal Revolucionarios y de la Comuna de París. Hacia las nueve de la noche de ese día, Robespierre y sus partidarios estaban guillotinados.

Al día siguiente se desató la cacería de los partidarios de Robespierre ejecutándose sin juicio a 71 miembros de la Comuna de París. En la matanza los días siguientes se asesinaron 108 representantes de la izquierda. Iniciándose una amplia campaña nacional de terror en base a escuadrones de la muerte dirigidos por los girondinos vengadores. Seguidamente se desarrollo una amplia campaña de desprestigio de Robespierre, de los jacobinos, de los cordeleros y sus medidas de gobierno. Los hechos posteriores le dan  la razón a Robespierre, en el sentido, de que detrás de los delegados de la montaña y la llanura, estaban complotando los representantes de la gran burguesía, los girondinos. El 1 de agosto se derogó la ley de estado de excepción contra la contrarrevolución  monárquica insurrecta, el 5 se derogó la ley de sospechosos que permitía una rápida  represión de la contrarrevolución, se recortaron las atribuciones del Tribunal Revolucionario introduciéndose el concepto de la inocencia hasta que se demuestre fehacientemente y sin lugar a dudas de que es un delincuente o un contrarrevolucionario.

El 10 de agosto fue destituido y encarcelado el fiscal revolucionario, inmediatamente fueron liberados miles de contra revolucionarios detenidos, solo en París se excarcelaron a alrededor de 3,500. El  28 de agosto se inicio la campaña contra el gobierno jacobino definiéndolo como un sistema de terror, ilegitimo, apuntando a derogar sus medidas revolucionarias. Acto seguido, la Convención incorporo a setenta y ocho delegados girondinos recientemente liberados a sus, ahora, “legítimos asientos”.

Se suprimió el embargo a los enemigos de la revolución y comenzaron a restituirles las propiedades a la gran burguesía, pero se descarto el restablecimiento de la propiedad rural de la nobleza, la monarquía, del alto clero y la vuelta al feudalismo. La apropiación de la tierra estaba en manos de la gran burguesía y la burguesía rural y no las iban a devolver. Las concesiones a la monarquía fueron superficiales y de forma.   El 24 de diciembre de 1794 fue abolido el”máximo” o control de precios y a partir de entonces la gran burguesía desató una especulación desenfrenada y en breve plazo, a costas del hambre del pueblo, amasaron inmensas fortunas. Para maniobrar libremente, devaluaron extraordinariamente el valor de los billetes de los bancos.  El 27 de diciembre de 1794 se iniciaron los juicios de desprestigio a los restantes dirigentes jacobinos detenidos para ser ejecutados.

La especulación genero gran descontento y a principios de 1795 comenzaron los disturbios populares. El 30 de marzo se declaro la huelga general. El 1 de abril exploto la insurrección general de los sans culottes de París que fue rápidamente reprimida. El 17 de abril de 1795 se declaro disuelto el Gobierno Revolucionario jacobino. El 20 de mayo se realizo una nueva insurrección de los sans culottes de París con el apoyo parcial de la Guardia Nacional, tomando por asalto la sala de la Convención y apoyados por diputados de izquierda de la montaña, se aprobaron medidas para asegurar alientos para la ciudad, liberar a los jacobinos encarcelados y con ellos formar un nuevo gobierno revolucionario.

Los girondinos, agrupando fuerzas militares superiores, retomaron el control de la Convención,  los diputados de la montaña fueron detenidos y sus decretos quemados. Reagrupando sus fuerzas, tres días después, los sans culottes se volvieron a insurreccionar, siendo reprimidos salvajemente y sus barrios populares ocupados militarmente. El 26 de abril fue abolida la representación revolucionaria.  El 6 de mayo de 1795 el fiscal del Tribunal Revolucionario y cuarenta miembros de los jurados revolucionarios fueron condenados a muerte y guillotinados. El 31 de mayo de 1795 fue abolido el Tribunal Revolucionario.

El 17 de junio, una “comisión especial” juzgo a 11 diputados de la montaña que habían apoyado la insurrección. 4 lograron fugar, 4 se suicidaron protestando con su vida y tres fueron guillotinados. Tras el fracaso de las sucesivas insurrecciones de los sans culottes se desato una represión de gran extensión en procesos y ajusticiamientos. Se depuro las organizaciones de obreros y artesanos pobres, principales componentes de los sans culottes. Especial represión recayó en las mujeres, fuerza política militar fundamental de los sans culottes. Especial depuración se realizo en la Guardia Nacional. Este conjunto de medidas puso fin a la influencia de los sans culottes en París. El 23 de agosto se decretó el cierre e ilegalización de todos los clubs y sociedades políticas de los cordeleros, jacobinos, los de la montaña y afines.

  El 22 de agosto de 1795 se aprobó una nueva Constitución regresando a la monarquía constitucional y regresando al sufragio censario donde solo tienen derecho al voto los varones ricos del país. El poder legislativo imitando el sistema británico constaba de dos cámaras y un ejecutivo de cinco miembros llamado El Directorio, nombre con el que acabaría conociéndose el nuevo régimen republicano gran burgués. La Constitución fue aprobada por una farsa de Referéndum. En protesta por la eliminación de la República por un regreso a la Monarquía Constitucional, el 5 de octubre se inició la última insurrección de los sans culottes. Ocho mil milicianos insurgentes arremetieron contra la sede de la Convención en las Tullerias, defendida por cinco mil soldados profesionales y un destacamento de artillería al mando del General Napoleón Bonaparte. La lucha fue desesperada, produciéndose centenares de víctimas por ambos bandos, finalmente los milicianos fueron rechazados. El 6 de octubre, el ejército lanzo una ofensiva de artillería contra las barricadas obreras de los barrios populares insurrectos. Los hombres y mujeres que conformaban los sans culottes dieron su última batalla, dejando un legado histórico por las banderas rojas de la revolución  de persistencia revolucionaria, heroísmo, sacrificio  y martirio.

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