6. El gobierno burgués del Directorio y la dictadura napoleónica.

3rdSep. × ’15

El 5 de noviembre de 1795, un mes después de haber aplastado la  última  rebelión y sobre los cadáveres de decenas de miles de revolucionarios, asumió el poder el primer gobierno de la gran burguesía en la forma monárquico constitucional,  llamado Directorio,  que duraría cuatro años, hasta noviembre de 1799,  cuando el General Napoleón Bonaparte dió el golpe de estado el 18 de brumario y se hizo proclamar Cónsul de la República, al estilo romano imperial. Sin embargo, las realizaciones económicas de la revolución arraigaron tanto, que no pudieron ser suprimidas ni por los girondinos termidorianos monárquicos constitucionales  ni por la dictadura napoleónica.

La centralización económica, necesita una centralización política y la centralización más eficaz es la dictadura. Napoleón Bonaparte fue convocado desde Egipto por el Directorio, bajo el pretexto de derrotas militares francesas frente a la alianza de Gran Bretaña, Austria, Rusia, Nápoles y Portugal y el peligro de una invasión. En realidad el gobierno del Directorio estaba desgastado políticamente, la República estaba en bancarrota por el esfuerzo de guerra, por la especulación, la corrupción, la ineficiencia y el despilfarro. Incluso, la democracia restringida de la monarquía constitucional era un obstáculo, se necesitaba una dictadura. Cuando Napoleón llegó a París en Octubre de 1799, encontró el complot  preparado. En menos de un mes se implementó el golpe de estado, el 9 de noviembre de 1799 (18 de Brumario). La burguesía saludó alborozada la implantación de la dictadura militar. La cotización de los valores del estado en la bolsa de valores, reflejando el gran apoyo de la burguesía a Napoleón, se duplico inmediatamente. En 1804, ebrio de poder, en un giro patético hacia la farsa histórica, Napoleón se proclamó Emperador (también al estilo romano). No pudo establecer una nueva dinastía  monárquica, solo decretar el 1 de marzo de 1808 la creación de una “nobleza imperial” parasitaria, subsidiada  por el estado.

Pero ni siquiera Napoleón y sus sueños de opio, pudo abolir la legislación económica del régimen  revolucionario de los cordeleros y los jacobinos. Restaurar el feudalismo era imposible, suicida. Se oponía  la población en peso, los diversos estratos del campesinado se sublevarían insurrectos, la burguesía rural y provinciana, la población de las grandes ciudades y de París se oponen,  reacios a entregar las libertades conquistadas con la abolición de la servidumbre. Y  la gran burguesía, beneficiaria  de la confiscación y expropiación de las grandes propiedades de la monarquía y el alto clero, también   se oponía a la restauración de los derechos feudales y devolverles las propiedades que ahora usufructuaba. Napoleón solo se limito a repartir subsidios a la antigua aristocracia.

Lo que sí hizo, fue darle fuerza de ley  a los logros de la revolución anti feudal.  En enero de 1800 se creó el Banco de Francia, de gran importancia para financiar el impulso del desarrollo capitalista con capital colectivo.  El 1 de diciembre de 1803 se implantó el carnet obrero que registraba el comportamiento social de los trabajadores, con el fin de perseguir a los trabajadores políticamente activos.  Promulgó los códigos Civil, Penal y de Comercio. En 1804 se promulgo el “Código Civil” napoleónico, declarando sagrada la propiedad burguesa. Napoleón construyo un estado policíaco al servicio de la esclavitud asalariada.

En política exterior, trató de restaurar el imperio colonial. A los países sometidos, les imponía tratados comerciales favorables  a la burguesía francesa, eliminando los impuestos a las mercaderías que exportaba Francia, incrementándose la exportación. En 1801 concedió el regreso de la iglesia católica a Francia, pero  ya no como columna feudal sino de apoyo a la burguesía. El 21 de noviembre de 1806 firmó el bloqueo continental a Inglaterra. La publicitada  pasión de la burguesía francesa por la libertad quedó desenmascara.  La dictadura militar bonapartista era en los hechos una dictadura de la gran burguesía. Las guerras napoleónicas tuvieron la virtud de derribar las estructuras feudales de gran  parte de la Europa que rodea a Francia impulsando un gran desarrollo del capitalismo europeo, aún después de su caída en Waterloo en 1815.

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