2. El estallido revolucionario de 1789.

3rdSep. × ’15

La deuda estatal se acrecentaba con la guerra de independencia de las 13 colonias americanas de Inglaterra,  la guerra contra la misma Inglaterra, y por una tardía la expansión colonial, que a diferencia de Holanda, Inglaterra Portugal y España no les produjo la riqueza por  saqueo que necesitaban, salvo el comercio. En este estado de cosas, en una decisión que detonará un “efecto dominó” de gran alcance histórico universal, Luis XVI decide convocar la Asamblea Nacional de los Estados Generales para 1789 buscando apoyo para su programa de reformas.

El 5 de mayo de 1789 los Estados Generales se reunieron en Versalles presidido por el rey Luis XVI.  Asistieron 1,139 representantes, 270 representando al Primer Estado, la nobleza, 291 representando  al Segundo Estado, el alto clero, y 578 representando al Tercer  Estado, la burguesía citadina, los plebeyos, artesanos, trabajadores de la ciudad, el bajo clero y el campesinado en todas sus estratificaciones, que representaban el 97% de la población. En los discursos de apertura del rey y del ministro de economía quedo claro que el objetivo de la convocatoria de los Estados Generales era resolver el grave déficit presupuestario del Estado, lo que implicaba un aumento de la tributación general de todos los estamentos, principalmente del Tercer Estado. Se desató una gran agitación en la Asamblea.

Las propuestas de reformas económicas propuestas por el rey Luis XVI,  convergían con las peticiones que desde asambleas de provincias traían los delegados en los “cuadernos de quejas”. Un numeroso grupo del Tercer Estado se reunió en junio bajo el nombre de “Club Bretón”, para establecer un foro de debate y reflexión en torno a la unificación de reclamos  y peticiones de los “cuadernos de quejas”,  preparar los discursos y organizarse para los debates en la asamblea. Se convirtieron en el  cerebro y el nervio de la lucha política, posteriormente conocidos como los “jacobinos”,  por  reunirse en el convento de los jacobinos de los dominicos.

Al iniciarse la Asamblea,  los del Tercer Estado propusieron que se cambie la representación de un voto por Estado,  por un voto por representante. La nobleza y el alto clero rechazaron terminantemente la propuesta, defendiendo radicalmente un voto por estado, lo que le garantizaba la mayoría sin necesidad de negociar las decisiones. La contradicción antagónica se expreso abiertamente en la asamblea.

El 17 de junio, por iniciativa del sacerdote Emmanuel Joseph Sieyés, representante del Tercer Estado por París, se pasó a ejercer de hecho la votación de un voto por delegado, proponiendo Sieyés que la Asamblea Nacional de los Estados se denomine solo Asamblea Nacional. Ejerciendo la votación, a los 578 delegados del Tercer Estado se sumaron 2 de los nobles y 149 votos del bajo clero, sumando 712 votos contra los restantes 426 de la nobleza y el alto clero que se abstuvieron. Con el 62.5% de los votos de los delegados se produjo una revolución jurídica. Los Estados Generales con su voto único por estamentos separados fueron eliminados y sustituidos por una asamblea única en representación de todo el pueblo.

Luis XVI, que por otra parte, estaba deprimido por la muerte del delfín heredero, su hijo, solo días antes, reacciona suspendiendo las reuniones de los Estados Generales por dos meses en señal de luto,  rechaza los cambios acordados y hace un llamado al traslado de tropas de fronteras, compuestos principalmente de mercenarios suizos para disolver la Asamblea Nacional.  Los delegados constituidos en Asamblea Nacional, al no poder utilizar el local original, se reúnen en la sala del juego de la pelota en Versalles el 20 de junio de 1789, jurando trabajar hasta darle una constitución al país, conocido como el “juramento del juego de la pelota”. El 23 de junio el rey ordenó la disolución de la Asamblea Nacional. Ésta, reunida rechaza su disolución con las palabras del Conde de Mirabeau,  “Estamos aquí por la voluntad del pueblo y sólo saldremos por la fuerza de las bayonetas”. Las tropas ya estaban en camino.

Luis XVI consciente que su política económica depende de contar con el Tercer Estado, el 27 de junio retrocede,  e invita a la nobleza y al alto clero a sumarse a la Asamblea Nacional, necesita ganar tiempo. Victoriosos, el Tercer Estado, se reúnen el 9 de julio de 1789, por mayoría se disuelven los Estados Generales para constituirse en una cámara única de representantes electos y para redactar una constitución, adoptando el nombre de Asamblea Nacional Constituyente. El 9 de julio marca el punto de quiebre de siglos de absolutismo monárquico, para convertirse, mediante una medida jurídica y pacifica en una monarquía parlamentaria. No se cuestiona la autoridad del rey, solo se quiere que se reconozca la institución parlamentaria de representantes populares.  Es la conquista del estado por la burguesía apoyada por los trabajadores artesanos, los plebeyos, el campesinado y el bajo clero bajo los ideales de la ilustración.  Es una revolución burguesa por su contenido, anti feudal por sus fines y popular por sus fuerzas motrices.

Mientras la Asamblea se reúne, el rey ordenó a regimientos del ejército,  en cantidad de 25 mil soldados, desplazarse para tomar París, Versalles, disolver la Asamblea Nacional Constituyente y apresar a sus representantes. Pero el desplazamiento del ejército es descubierto y se descubre el complot monárquico. Cunde la alarma, la furia popular se desata con el saqueo de tiendas, almacenes, puestos aduaneros.   En París, el 12 de julio,  el ejército se divide, los soldados franceses se separan de los mercenarios suizos y una parte se pasa a los revolucionarios y  controlan el centro de la capital. El 13 de julio el ayuntamiento conocido como La Comuna de París, para enfrentar el complot monárquico y el desorden civil  constituye la Guardia Nacional en base a voluntarios espontáneos, los sans culottes,  los plebeyos, pequeños burgueses, obreros, artesanos  y campesinos, llegando a sumar 48 mil efectivos, muy pobremente armados.  Guardia Nacional que se llenara de gloria revolucionaria durante toda su existencia y los sans culottes se unirían a los jacobinos como su  fuerza principal, hasta el trágico final.

Para armar a la Guardia Nacional se asaltaron depósitos de armas y municiones. Asaltar la Bastilla tenía el mismo propósito, capturar la armería, las municiones, la artillería, liberar a los presos y derribar un símbolo del poder monárquico en la capital. El 14 de julio, la Bastilla fue sitiada. Desde media mañana se negocio la rendición hasta las tres de la tarde cuando se inicio el asalto. La Bastilla se defiende con artillería y fusilería. A la vanguardia estaban los sans culottes, la Guardia Nacional, los plebeyos, a un alto costo van conquistando sección por sección. A las cinco con treinta la Bastilla se rindió, se liberaron a los prisioneros y la Guardia Nacional tomó posesión de las armas, pólvora, municiones y cañones allí almacenadas. Durante todo ese tiempo, las numerosas tropas realistas,  acampadas en Campo de Marte dejaron que las mal armadas milicias asaltaran la Bastilla, se mantuvieron  curiosamente “neutrales”. Ante su ineficacia, el rey ordenó que regresaran a las fronteras.

   Para el 15 de julio, la Comuna de París y su Guardia Nacional, esperando un contraataque del ejército monárquico, ordeno atrincherar las calles y levantar barricadas, y toda la población, encabezada por los sans culottes,  se armó como pudo, principalmente con herramientas de trabajo. Ese día, el monárquico mariscal Broglie utilizando tropas del ejército, intento disolver la Asamblea Nacional Constituyente, sin lograrlo. De esta manera, la Comuna de París y su Guardia Nacional se unieron bajo la autoridad de la Asamblea Nacional Constituyente,  estableciéndose como las bases de un nuevo estado.

El héroe de la independencia estadounidense, el Marqués de Lafayette, General Revolucionario, fue nombrado Comandante de la Guardia Nacional de París, haciendo un llamamiento que todas las milicias provinciales se agrupen bajo la misma nominación y se reporten. De esta manera, el nuevo gobierno revolucionario se dotó de  una fuerza pública que le permitía aplicar su nueva política revolucionaria,  mientras que la policía y el ejército iniciaba un proceso de dispersión y reorganización.

El ejemplo de la victoriosa insurrección del pueblo de París se extendió a toda Francia y más allá de sus fronteras. El pueblo se organizaba en municipios o Comunas de autogobierno creando sus cuerpos de guardias nacionales para enfrentar al poder local de la nobleza y el alto clero, pasando a asaltar, saquear, incendiar numerosas fincas, monasterios y castillos. Una gigantesca ola revolucionaria arrasaba el feudalismo en el campo. Los jacobinos extendieron a nivel nacional su influencia captando como filiales una inmensa cantidad de clubs políticos revolucionarios de provincias,  con nexos a las guardias nacionales y los sans culottes.

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