1. La Francia feudal.

3rdSep. × ’15

El tamaño y ubicación geográfica  continental euro occidental de Francia le dio una gran ventaja respecto a los otros países europeos. El clima, el cómodo relieve de las tierras, su fertilidad, las cuencas fluviales, sus vínculos con el mar mediterráneo y el océano atlántico posibilitaron una agricultura, ganadería y comercio intensivos. Territorio ocupado históricamente por las tribus barbarás de los galos, hasta la conquista romana el 51 a.e. que le impusieron el latín, del cual se deriva el francés y posteriormente la imposición,  por la espada,  del cristianismo católico.  

Pero no se estableció el esclavismo clásico greco romano, ya resquebrajado por la gran rebelión de Espartaco y la evolución del esclavismo romano hacia una funcional renta por servidumbre. Entrelazándose con las costumbres bárbaras, los romanos impusieron el sistema de colonato, base sobre la cual se desarrolla la peculiaridad del feudalismo francés. El colonato es (porque aún se práctica en diferentes partes del mundo) una forma de explotación de las tierras de cultivo en transición entre el sistema esclavista romano y el sistema feudal. En otras regiones romanas, eran esclavos libertos o que el sistema ya no podía someter, que en  posesión hereditaria trabajaban las tierras de sus antiguos amos y criaban ganado mayor o menor para su autosustento y a cambio recibían la protección legal y militar pagando un alquiler, un canon, una renta anual en dinero, especie y servicios de servidumbre y militares,  en caso de guerra.

El sistema de colonato permitió asimilar la gran población de la Galia romana como fuerza de trabajo y estabilizarla para cultivar amplias extensiones de tierras como nunca antes se había logrado. Sujetos a la tierra que trabajaban y que no podían abandonar, se creó la condición de que el Estado se garantizaba el cobro de impuestos directamente a los colonos y no del propietario. A partir el siglo 700,  se extiende en Francia las relaciones de renta y servidumbre por posesión de la tierra para desarrollarse, en los siglos posteriores las formas feudales de explotación más eficientes, más acabadas. El feudalismo francés se convirtió en la forma clásica de la servidumbre del Medievo.

  El feudalismo francés, fortalecido por la hegemonía absoluta de la teología cristiana católica, se constituyó en la jerarquía feudal más sólida y ejemplar. A fines de la edad media, como consecuencia de la extensión  del mercantilismo estatal, se desarrollo un poderoso absolutismo unitario y centralista pero que  enfrentó sucesivas insurrecciones campesinas como la de los hugonotes protestantes. A inicios del 1600, esta condición de monarquía centralista y absolutista obligo al impulso del mercantilismo capitalista en el terreno internacional y competir con Holanda, Inglaterra, España y Portugal. Importante papel cumplió el Secretario de Estado el Cardenal Armando Richelieu y posteriormente Juan Bautista Colbert que lideraron el avance triunfal del absolutismo con una agresiva intervención del estado en el impulso del comercio y la industria, generando la expansión colonial francesa.

Derribar un feudalismo sólido y ejemplar, derribar al absolutismo más vigoroso de Europa, solo podía hacerlo una revolución que emergiera desde sus entrañas, una revolución de una fuerza tal que arrasara todas las resistencias de las tradiciones ideológicas, culturales, religiosas. Para fines del 1600, el desarrollo capitalista impulsado desde el estado, comenzó a frenarse desde el interior agrario francés. Las nuevas tecnologías agrícolas eran rechazadas por el sistema de aparcería, base de la producción agrícola que producía la renta feudal en la gran propiedad aristocrática, renta que sostenía los gastos de guerra, el despilfarro del tren de vida de la nobleza y del alto clero católico, sus privilegios sociales y su dominación política religiosa.  Las iniciativas comerciales e industriales de Colbert no encontraban apoyo en el campo. La rama principal de la economía francesa que involucraba al 97% de la población estaba estancada en el atraso, la rutina, la violencia y el hambre de las relaciones feudales.

Esta contradicción se expresó en rebeliones campesinas y burguesas en forma de herejías, inevitable, porque cuestionar la explotación feudal tenía que comenzar por el cuestionamiento del dominio feudal de la iglesia católica. La herejía más poderosa fue la de los protestantes hugonotes que sostuvieron una larga y desgastante guerra civil, que provocó gran desorden económico y dos millones de refugiados, enorme para la época. La expansión del estado francés también obligo al desarrollo de largas guerras por más de 32 años, con los países de competencia mercantilista (Inglaterra, Holanda) como con los países feudales de España y el Sacro Imperio Romano Germánico, aliado de España.

Las guerras dinásticas, las guerras civiles, los dispendios de la corte y de la aristocracia, el favoritismo y la corrupción, absorbían sumas cuantiosas. Para sostener estos crecientes gastos, el gobierno se veía obligado a aumentar los impuestos, que descapitalizaban el campo y también frenaban el progreso de la industria y el comercio. Pero, a pesar de medidas extraordinarias el desbalance fiscal era crónicamente negativo, obligando a una deuda pública    creciente. De 1699 a 1775, la deuda pública creció cerca de seis veces.

La amplia población campesina se hundía en la miseria por los tributos feudales, empeorados por una racha de malas cosechas. El hambre se extendía, la gente emigraba, muchas aldeas se extinguían, la mendicidad se hiso masiva, la miseria arrastraba a millones y solo la nobleza, la aristocracia, el alto clero vivían en la abundancia, en la opulencia y el despilfarro. Inevitablemente estallaron las insurrecciones campesinas y las herejías encontraron eco. En la década del sesenta se produjeron las rebeliones campesinas de Gascuña, Rosellón, Orleáns,  y Bourges. En los años del setenta estallaron rebeliones campesinas del Languedoc, la Bretaña y de Guyena. Los campesinos bretones exigían la abolición de todos los tributos feudales. Y aunque estas insurrecciones fueron sofocadas por las tropas monárquicas, debilitaron los cimientos del feudalismo francés y expresaban el extendido rechazo de las masas populares del sistema de explotación feudal. Los campesinos arruinados emigraban en masa a las ciudades donde el desarrollo de la producción manufacturera los incorporaba como mano de obra barata, como proto proletariado industrial. La catástrofe económica del reinado de Luis XIV maduro las premisas económicas de la revolución burguesa de 1789.

A pesar que la quiebra económica era evidente, el rey, la corte, la nobleza, la aristocracia y el alto clero se aferraban a sus privilegios feudales. El absolutismo francés, conocido como el Antiguo Régimen estaba dividido en tres Estados Generales. En el Primer Estado se ubicaba el rey la aristocracia y la nobleza y en  él se concentraba las decisiones de gobierno. El Segundo Estado representaba al Clero católico en general, pero en la práctica solo al alto clero. Y el Tercer Estado que representaba a la burguesía comercial citadina, los plebeyos, los artesanos y trabajadores urbanos, el campesinado estratificado en varios estamentos y al bajo clero, que en conjunto representaban a la amplia mayoría de los franceses.

Sus convocatorias como Asamblea Nacional de los Estados Generales eran excepcionales, para enfrentar crisis políticas o financieras. Cada  Estado reunía sus propuestas y peticiones en los llamados “Cuadernos de quejas”. Se reunían por separado y sustentaban sus pedidos ante el rey. Estas asambleas eran de carácter consultivo y solo servían para ayudar al rey a tomar la última decisión. En la práctica, la función de estas asambleas era aprobar la aportación del Tercer Estado en hombres para la guerra y el tributo para el Estado absolutista. En la Asamblea cada estado tenía un voto. El Primer Estado y el Segundo Estado, que en realidad eran lo mismo se imponían siempre en dos votos a uno para que el Tercer  Estado cubriera los costos del absolutismo. La última Asamblea de los Estados Generales había sido convocada en 1614.

El joven rey de Francia Luis XVI inicia su reinado en 1774. Consciente de los orígenes de la crisis política y económica de Francia, comienza por rehabilitar las representaciones provinciales y de París, denominadas Parlamentos. Reforma leyes represivas, despide a ministros más odiados por el público. Trata de aliviar la pesada carga del Tercer Estado proponiendo reformas económicas proponiendo impuestos igualitarios para los tres Estados. Luis XVI, a través de su Ministro de Finanzas Jacques Turgot  lanzo un proyecto de definido perfil burgués,  para escándalo de los monarquistas  y sorpresa del Tercer Estado. En él se proponía la formación de una estructura estatal piramidal elegidas desde el pueblo o Tercer Estado, municipalidades en los municipios, distritos en provincias y finalmente una municipalidad del reino, eliminación de las cargas tributarias que asfixiaban a los pobres, establecimiento sobre los nobles y el alto clero de un impuesto territorial, mejoras para el bajo clero, eliminación de las aduanas interiores, supresión de la inmensa mayoría de los monasterios, creación de un catastro para nivelar los impuestos, libertad de pensamiento especialmente para los protestantes, rescate de las rentas feudales, un sistema único de pesas y medidas para todo el reino, libertad de pensamiento para la industria y el comercio, un vasto plan de instrucción pública para difundir las ideas de la ilustración.

  Un sorprendido Luis XVI vio crecer ante él una cerrada oposición a sus reformas económicas desde la nobleza provincial, la aristocracia, el alto clero, la corte palaciega y hasta de la misma Reina María Antonieta. Después de varios años de tentativas fallidas de reformas económicas se vio obligado a cesar a Turgot y para mayo de 1776 su política de reformas estaba desbaratada. Un segundo intento de reformas fue nuevamente frenado por los monárquicos y el alto clero y finalmente desbaratado nuevamente para 1781.  En un tercer intento de reformas, convoca a una asamblea de 144 notables para implementarlas, pero al ser del Primer Estadio, frenan el proyecto y para marzo de 1787 está completamente desbaratado otra vez.

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